9.3.07

¿Mujeres o semi-hombres?

Hoy día nadie discute el valor de la mujer como madre, esposa, ama de casa, educadora, e incluso como administradora/optimizadora de los bienes e ingresos familiares. Las primeras funciones son los llamados "roles de género" históricamente asignados a las mujeres de todos los tiempos, el último se lo ha ido ganando -al menos en nuestra latinoamérica- gracias a la necesidad. Es fácil: todas estas virtudes femeninas se circunscriben al ámbito privado-familiar, y por lo tanto, al no presentarse como una amenaza para los hombres, son aceptadas unánimemente.

Pero una vez más este año, celebramos el día de la mujer y eso nos recuerda qué poco claro está el rol, papel, lugar, aporte, de la mujer a la sociedad. Esta noche me reuní con un grupo de compañeras de trabajo, en una de estas instancias anuales en que nos permitimos agasajarnos a nosotras mismas, sin sentirnos culpables de reunirnos a espaldas de los hombres -¡al final, es nuestro día!-. La institución en la que trabajo, nos obsequió un cóctel en un elegante hotel, donde nos sentamos 14 mujeres a la mesa, siendo servidas por 3 hombres (interesante estampa para hacer un análisis desde varios puntos de vista, que se haría largo ahora).

Me quedó dando vueltas en la cabeza la discusión que tuvimos durante un buen rato. Una de ellas afirmaba orgullosa, que en el mundo profesional -supuestamente dominado por hombres, o casi "propiedad de ellos"- nosotras teníamos que adoptar sus mismos códigos de relación, su forma de expresarse abstracta y vacía, e incluso pensar con mente de hombre y actuar como ellos lo harían, para ser aceptadas como competentes, o validadas como profesionales. Lo triste del caso, es que ella se presentaba como un fruto de esta actuación, diciendo que "si está donde está", es porque siempre en lo profesional pensó como hombre y actuó como ellos.
Como yo enseguida me pronuncié en contra de esta postura, se generó la polémica y cada una empezó a expresar sus ideas al respecto, que eran todas distintas. Tanto las que estaban a favor como en contra de la postura adaptacionista al "mundo dominado por hombres", argumentaban en distintas direcciones y trataban de hacerse escuchar, sin producirse nunca un diálogo, y quedándose finalmente cada una con su idea -vaya Ud. a saber cuál era-.

Ahora que nadie me interrumpe, afirmo que soy una persona orgullosa de haber logrado todo lo que logré en la vida, siendo yo misma y mostrándome tal cual soy, sin tratar de agradar a nadie ni callándome mis posturas críticas, y a la vez, estando abierta a aprender de los demás e intercambiar ideas para enriquecernos mutuamente.
La identidad personal clara y desarrollada, que nos da un lugar en la sociedad y una valoración en lo profesional por lo que somos y aportamos, no tiene nada que ver con nuestro género. No existe tal competencia entre géneros. Es más, si las mujeres creemos que debemos renunciar a nuestras características propias como mujeres para ser reconocidas, terminaremos haciendo lo mismo que un hombre pero sin ser hombres, y dejaremos de aportar como mujeres lo que trajimos al mundo al nacer. Perdemos nosotras, pierden ellos y pierde la sociedad. Como dije: no hay tal competencia, no hay vencedores ni vencidos, sino una pérdida colectiva. Todo se trastoca y pierde sentido.

Hombres y mujeres somos distintos y nos necesitamos el uno al otro, para generar sociedades armónicas y equilibradas. Mientras sigamos en la disputa para demostrar si somos mejores o más importantes unos o los otros, no reconoceremos esta necesaria complementariedad. Estaremos privando a la sociedad de la riqueza que cada uno puede aportar desde su identidad masculina y femenina, y más aún, desde su identidad personal única e irrepetible.

¿Saben en qué me quedé pensando esta noche, mientras veía que jamás nos pondríamos de acuerdo, entre 14 mujeres, sobre nuestro rol social y el aporte específico a partir de nuestro ser mujer?
Que mientras esta anomia de género siga tal como está, necesitaremos que siga existiendo el 8 de marzo, porque ni hombres ni mujeres habremos logrado tener cada uno su verdadero lugar en la sociedad.

8.1.07

La plenitud de la vida

En el inicio de un nuevo año, a uno le da por hacer balances, mirarse y pensarse... a veces es preferible no hacerlo, pero ése no es mi caso en este año.
Pienso que si me hubieran contado hace 10, 15 o 20 años, que a los 35 (casi 36) me iba a sentir así, no lo hubiera creído. Nunca pensé que me sentiría tan bien conmigo misma, tan compenetrada-en-el-amor con otra persona, con tantas posibilidades en lo profesional, tanta inquietud cognitiva en lo intelectual, tanta tranquilidad mirando al futuro, tanta paz con el mundo...
Lo único que me jode es la finitud del tiempo. Me gustaría estar estudiando 4 carreras distintas a la vez, de temas que me interesan -desde informática educativa hasta vitivinicultura, pasando por mediación social, estudios de género, cultura amerindia, y varios etc.-; a la vez me gustaría viajar a tantos lugares que no alcanza el tiempo (los $$ no importan) ni la vida: México, Egipto, Africa, Perú, Italia, Bélgica... y por supuesto: mi bella Argentina en toda su amplitud y variedad, que nunca se termina de recorrer ni de disfrutar.
Tengo amigos en tantas partes, que quisiera visitarlos y no puedo... o mejor aún: tenerlos a todos juntos. Esa es mi gran fantasía de la vida: juntar a todas mis personas queridas, del presente y del pasado, en un solo lugar y un solo momento. Algo así como un reality en una isla, con miles de personas que no se conocen entre sí, pero que tienen en común haber pasado por mi vida, o estar aún en ella. ¿A quiénes invitaría? Buen tema para un próximo post.