7.9.05

Tanto va el cántaro a la fuente...

Tenía que pasar. Meses y meses sin vacaciones, reuniones de trabajo hasta tarde, fines de semana avanzando trabajo con el notebook de la oficina... Llegó la hora de que se hiciera realidad mi profecía:
Mi pareja está estresada. La mandaron al psiquiatra, le dieron como un mes de licencia médica y le inyectaron tranquilizantes que la harán dormir hasta mañana. Diagnóstico: "stress por sobrecarga laboral".
¿Yo? Una mezcla de sensaciones: ahora que ya pasaron los nervios del pico de presión que le dio esta mañana en la oficina, mientras yo estaba dando clase en el colegio y no podía hacer nada; estoy un poco aliviada por ella, porque al fin tiene el derecho y el deber médico de descansar y relajarse (y se lo merece!). Por otro lado, estoy un poco nerviosa, porque sé que tengo que hacerme cargo de todo, no sólo de su salud y de los miles de trámites que eso conlleva, sino también de la casa, del auto que tiene que ir al mecánico, de la comida y las compras, de atender a las visitas (todo el mundo quiere venir, auxilio!), de cuidarla... y para cumplir con todo eso, nadie me da licencia a mí en mi práctica profesional, ni en mi trabajo, ni en mi tesis. El tiempo sigue corriendo y debo cumplir en todo.
En fin, ya me organizaré, y espero también que descansando, ella se sienta mejor y pueda bastarse por sí misma para las cosas básicas. Si no, en un mes me da la chiripiolca a mí, pero ahí sí que nada de descansito así nomás, a mí me internan!
Sólo espero que a mi querida suegrita, distante de aquí unos sanos 400 km, no se le ocurra venir a cuidarla! Bueno, eso sería para un post aparte. O mejor, para una novela de intrigas...

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